Saturday, January 28, 2006

vivir en el olvido


Probablemente no haya nada mas triste que un pueblo que reniega de su origen. Mi país es un ejemplo. A pesar de lo que algunos digan, lo cierto es que todo mexicano tiene sangre indígena en sus venas. Eso es algo bastante evidente y no necesita mayor explicación. A pesar de eso, en este país -así como en la gran mayoría del resto de los países latinoamericanos- la palabra "indio" es un insulto que se utiliza para denominar todo lo que representa ignorancia, conformismo, holgazanería, falta de criterio, servidumbre, resignación a la inevitable miseria de la vida, pobreza de la cual no es posible escapar, irresponsabilidad, falta de inteligencia y capacidad, y ademas de eso, y como si no fuera suficiente, mal aspecto.
La parte indígena es, ni mas ni menos, la mitad de nuestra sangre. No es algo ajeno o lejano a nosotros. Es algo que esta innegablemente a la vista hacia cualquier dirección que miremos. Algo inseparable de nuestra cultura. No se trata de exaltar patriotismos hipócritas y recordarlo solo uno o dos días al año, en fechas especiales. Es que es algo tan evidente, que el tratar de negarlo me parece simplemente estúpido.
En este país, un paseo por los estratos sociales produce observaciones interesantes. Una de ellas, es el gradual aclaramiento de piel que sucede a la par que se asciende desde las clases mas pobres hasta las mas altas. El estrato ubicado hasta el fondo, esta compuesto por regla general, por los indígenas. Y la clase media y la alta actúan como si la raza mestiza a la que pertenecen hubiera surgido por generación espontánea y no le debiera nada a la indígena.
El indígena es tratado como un ser marginal que pertenece a la sociedad pero no le aporta nada mas que problemas. Vive al margen del progreso y de los avances. No merece la menor consideración porque tiene lo que merece. Después de todo, los defectos inherentes a su sangre lo colocan "con justicia" en donde se encuentra. En la miseria y el abandono. En el olvido permanente. ¿Para que molestarse en darle educación? No tiene la capacidad para aprender. ¿Para que darle una profesión intelectualmente demandante? ¿Para que poner a su alcance los medios para que obtenga una calidad de vida mejor de la que tiene? No vale la pena darle la oportunidad porque seguramente la desaprovecharía. Después de todo es holgazan ¿Recuerdas? Siempre echa a perder las cosas. Siempre defrauda la confianza que se deposita en el. Y además, puede que las tareas que realiza sean extenuantes, mal pagadas y frecuentemente denigrantes, pero alguien tiene que hacerlas. Mejor que sean ellos.
En una sociedad que aún cree fervientemente, que la raza determina sin lugar a replicas, el rol en la jerarquía social, el indígena tiene su papel perfectamente definido. Es el niño perpetuo al que hay que guiar constantemente a traves de la oscuridad, porque de otra forma se perdería. Es aquel que no es lo suficientemente astuto como para sobrevivir por sí mismo. Mucho menos para prosperar. Es aquel al que le tocó la peor carga física, estética e intelectual, y merece por tanto el lugar inferior en el que se encuentra. Y su función dentro de la sociedad esta por tanto muy clara: Servir. Por servicio no entendemos, por supuesto, el servicio bien remunerado y socialmente reconocido de un médico, por ejemplo. Es otro tipo de servicio. Ese que se desvirtúa a la servidumbre. La diferencia es que la servidumbre consiste en tareas poco o nada remuneradas, que no son agradecidas ni apreciadas por nadie, y en las cuales no hay posiblidad de ascensos o superación alguna.
Resulta muy cómodo juzgar a aquel que nunca ha tenido la oportunidad de demostrar sus capacidades. Es muy fácil derrotar al competidor, descalificandolo antes de que comience la prueba.

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