Sunday, October 23, 2011

la espiral descendente




Eso es la depresión. La depresión es como un virus, que lentamente va dando los primeros signos de su presencia, tan sutilmente que en ocasiones no nos damos cuenta del daño hasta que este es ya tan grande que de un solo golpe nos vemos desamparados. En otras ocasiones todo es lento. Lento pero inexorable.




Es la enfermedad perfecta, no solo debilita a la persona que la padece, sino que lo hace desde todos los frente posibles. La persona no duerme, no come, disminuye su concentración, va perdiendo la voluntad por hacer las cosas hasta tal grado que llega el momento en el cual la persona pierde incluso la voluntad de vivir, la persona siente tristeza, ansiedad, desesperación y desesperanza. Deja de disfrutar de todas aquellas cosas que siempre ha disfrutado. Se torna irritable o se aísla o las dos cosas a la vez.




La depresión enfrenta a las personas que rodean al enfermo a una pulsión de merte que por instinto rechazan. Muchas personas gradualmente se alejan de una persona con depresión. Lo cual perpetúa el aislamiento, y la sensación de culpa y minusvalía que también siente la persona por la misma enfermedad.




Digo que se trata de un mecanismo perfecto como enfermedad, porque ataca desde todos los frentes posibles. Tanto los frentes internos, las características propias de la persona, hasta los frentes externos. La depresión aísla al sujeto, ya que existe un estigma en relación a la enfermedad, además de la ignorancia.




Por un lado, la mayor parte de la población no tiene aun idea de que es la depresión, ni de que es una enfermedad, ni de cuales son sus síntomas, ni de cual es el remedio. Por otro lado, con frecuencia, antes de que la familia, amigos y personas que rodean a la persona finalmente comprendan la enfermedad -si es que llegan a comprenderla- ya para ese momento, en el mejor de los casos han incurrido en recriminarle a la persona su falta de entusiasmo y de voluntad por salir adelante. Eso en el mejor de los casos. Desafortunadamente, en la mayor parte de los casos, la persona con depresión, como si no fuera suficiente con la enfermedad, tiene que soportar que se le juzgue, se le acuse de fingir o de tratar de llamar la atención.




Es un tanto inutil emprender el esfuerzo de describir la tristeza que siente una persona con depresión. Puedo esforzarme a mi máxima capacidad tratando de describir esa tristeza, pero a fin de cuentas es necesario vivirla para saber lo que es.




Por lo que solo diré que es algo tan intenso que hace que la vida pierda todo sentido. Hace que uno desee la muerte, y que por ese momento en el cual la persona esta sumida en esa tristeza, no piense en nada más que en dejar de sentirse así. Por lo cual la persona es capaz de pensar en recurrir a cualquier recurso posible para tratar de dejar de sufrir.




El suicidio es un acto incomprensible y reprobado universalmente en todas las épocas y culturas -con contadas excepciones. Lo cual no es raro, ya que se trata del acto mas antinatural de todos los actos que un ser humano puede realizar. Sin embargo, cualquier persona que haya vivido una depresión de la suficiente gravedad, sabe que dentro del contexto de una depresión grave, la tristeza y el conjunto de síntomas de la enfermedad llegan a ser tan desgastantes e insoportables que el fantasear con la posibilidad de que siempre existe ese recurso, es un alivio momentaneo a esa tristeza.




Aqui es cuando explico el porqué hay aspectos en relación a la depresión que solo puede entender una persona que ha vivido la enfermedad. Yo se que esto suena incomprensible para cualquier persona. Pero no para una persona que esta cursando una depresión o que ha sobrevivido una.

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