Saturday, July 21, 2012

Carta a mi abuelo





Para mi abuelo:

Alfonso Escudero López



21 de junio del 2012.



Te escribo esto por lo misma razón que escribí el relato anterior de tu vuelo. Porque la palabra es eterna. Nosotros no. Pero quiero poner por escrito todo esto porque creo que hay cosas que no sabes, aunque deberías saber.

Me hizo muy feliz el que te gustara tanto lo que te escribí. Pero debo admitir que me sorprendió que te pareciera algo raro el hecho de que lo recordara. Eso es lo que creo que no sabes y quiero expresarte de una vez y para siempre esta tarde. Hasta que punto tu compañía, tu ejemplo y tu influencia me han ido marcando a lo largo de mi vida.

De entre los recuerdos más remotos de mi vida esta Acapulco por la tarde. Amo el mar. Con esa excepción, casi todos los demás tienen que ver contigo. Recuerdo cuando me llevabas al aeropuerto a ver los aviones y los helicópteros. Para mí era lo más emocionante que podía existir en el mundo. Tu fuiste la primera persona que me contó sobre la segunda guerra mundial, sobre el sitio de Masada, sobre la conquista, sobre astronomía, sobre música, sobre Newton, sobre Einstein. En pocas palabras tu me inculcaste el amor –la devoción- por los libros, y es por eso que al igual que tu, yo valoro mas un buen libro que un reloj rolex de oro.

Recuerdo cada relato de tus vuelos. Aquel que escribí fue solo uno de ellos, y lo escribí porqué tu descubriste que eras piloto ese día Yo descubrí que era médico en la sierra. Y afortunadamente, la pasión que tu sientes por volar, yo la siento por la medicina. Hoy se que no podría ser otra cosa que un médico, así como tu naciste para ser piloto.

Decidí entrar a Medicina para estudiar psiquiatría. Gracias a la lectura de un libro de autor español que no necesito siquiera mencionar. Sabes que libro es porqué tu me lo diste.

 Por encima incluso de leer, desde hace unos dos años, me apasiona la guitarra. Tomé una guitarra por primera vez porqué un día, a los 11 años, en un anuncio en televisión escuché una pieza de guitarra que me obsesionó. Pero solo estaba en el comercial por segundos. 2 años después, estando en Pachuca, pasando de canal, me topé con un video en el cual un guitarrista de lentes estaba tocando esa pieza. Cada nota de esa pieza me hizo querer correr a comprar una guitarra. Sabía que al final del video, por fin sabría como se llamaba esa pieza. No fue necesario. Llegaste antes y fue que supe que aquella pieza se llamaba Asturias, que su autor era Isaac Albeniz, que el interprete era Andrés Segovia y que aquel lugar era la Alhambra.

Me tomó un año aprender Asturias y la primera vez que la toqué de inicio a fin fue en aquellas vacaciones en Pachuca. Hasta la fecha, he tocado Asturias tantas veces que se cada nota de inicio a fin.

Cada vez que hablamos, podríamos hacerlo todo el día si nadie nos interrumpiera. Recuerdo un año nuevo en el cual comenzamos a hablar a las 5 de la tarde y mi tía tuvo que subir unos 10 minutos antes de las 12 porque aquel día hablamos unas 7 u 8 horas de la segunda guerra mundial, de Rommel, de la malinche, de las guerras floridas, de Hitler, de Einstein, de Grecia, de las siete maravillas del mundo antiguo, de Mozart, de cien temas más, para terminar con la batalla de Stalingrado. Es más correcto decir que tu me hablaste de todo eso. Tu me enseñaste en esas 8  horas más historia que toda la que me habían enseñado en la escuela hasta entonces. De ti heredé el  considerar una conversación eterna como esa uno de los mayores placeres de la vida.

No heredé una memoria tan prodigiosa como la tuya ni aspiro  nunca a poseer la cultura que tu tienes.  Pero todas las personas importantes en mi vida me conocen por eso: Todos saben que amo hablar de una y mil cosas por horas y horas. Y todos saben que es por ti.

Así como yo atesoro cada libro que me has dado a leer, pocas cosas me hacen más feliz que ahora ser yo quien pueda llevarte libros. Pero si yo te he llevado 20, tu me has dado a leer 100. Y varios de ellos han marcado mi vida de muchas formas.

Jamás terminaría de enumerar las cosas que me has enseñado, que me has inculcado y que me has mostrado aún sin proponertelo. No solo eres la persona más inteligente y más culta que jamás haya conocido. Admiro aún más otra cosa de ti. Siempre has elegido seguir el camino más justo, el camino correcto. Y aún cuando todos somos humanos y erramos, yo aspiro algún día  tener tu edad y poder decir que tengo la conciencia tranquila porque fui lo más justo que pude llegar a ser.

Una de las tardes más memorables de mi vida vi a José Saramago en la UNAM. El escuchar a una persona con una inteligencia como la de el no solo me impactó. Lo último que dijo aquella tarde me marcó para siempre. La última pregunta que alguien le hizo fue esta: Si pudiera elegir solo una cosa, entre la inteligencia o la bondad, que eligiría. Saramago habló media hora más pero su respuesta fue inmediata: La bondad.

Tu tienes ambas, y lo que más admiro de ti es que por sobre todo, al igual que Saramago, ya sea que estes conciente o no de ello, siempre has antepuesto la bondad. O has puesto tu inteligencia en servicio de la bondad, que para mí es un concepto que contiene a la justicia, la humildad,  el respeto a los demás, la tolerancia, el aprender de los demás en vez de juzgarlos, y ser feliz por tener una familia, un techo, comida y un millón de cosas nuevas en el mundo que aprender cada día.

Los tres libros que  más impacto han tenido en mi vida son "El mundo  y sus demonios", que me dio robert. El otro es "Locos egregios", el cual es, ni mas ni menos, la razón por la cual soy médico. El tercero es la biografía de Gandhi de Louis Fisher. Yo se que a ti también te impactó. No podría ser de otra forma. Pero recuerda algo:



Cada libro que te llevo es un gesto, un gesto casi insignificante comparado con lo que tu me has enseñado. Y al final, hay algo que no puedo devolverte de ninguna forma... los recuerdos de la primera vez que vi un avión despegar, que fui al Anahuacalli, al museo de historia natural, al museo tecnológico, al parque de los venados, al rancho.... esos recuerdos jamás desaparecerán. Estoy seguro que nuevamente te sorprenderá que recuerde que la primera vez que fui al museo de antropología e historia fue contigo. A mi me sorprende que creas que alguna vez lo olvidé o lo voy a olvidar. Esos recuerdos forjaron la persona que soy. Y aún falta lo más difícil: la persona que aspiro ser y que tu ya eres.

JuNio, 2012.
Tu nieto.
Alejandro Angeles Escudero

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