Wednesday, December 12, 2012

oblivion


 
 
They said you wouldn't believe
What a paradise this was
 
So, we fortified the ramparts
And we built the mighty towers
But it was plain to see, we never were free
From the tyranny of the hour

 
Down around my place
- John Hiatt -



Escribimos para salvar del olvido un instante del tiempo. Escribimos para nosotros mismos. Para salvar nuestros recuerdos. Para construir nuestro pasado. Para salvar nuestra memoria.
Escribimos por nostalgia. En ocasiones nuestros escritos son para los demás. Son para alguién mas. En ocasiones hay un mensaje entre líneas. En otras el mensaje es literal.
Escribo desde hace tiempo y me doy cuenta cuantas cosas han cambiado a lo largo de tan poco tiempo. Mis pensamientos han cambiado. Mi mundo ha cambiado. La forma en que percibo el mundo ha cambiado tanto en tan poco tiempo.
En otras ocasiones, lo que parece un instante es en realidad el lapso de varios años que han transcurrido tan rápido como se escurre la arena fina de entre los dedos de una mano.
Quisiera salvar del olvido cada recuerdo feliz que guardo en mi memoria. O conservar por lo menos su pureza. A menudo echamos a perder tantas cosas al analizarlas demasiado. Los momentos felices que se escriben se eternizan.
La forma en que nos es posible sobrellevar los errores y los momentos dolorosos del pasado es el olvido. Aprendemos de los errores que podemos ver en nuestros actos. Y con el paso del tiempo, el dolor que nos deja la pérdida de los lugares, las épocas y las personas que inevitablemente vamos dejando en nuestro camino se difumina.
Los recuerdos dolorosos se aferran a nuestra memoria, pero al final se van perdiendo mucho más rápidamente que la memoria de los momentos felices que vivimos con las personas que hemos amado en nuestro camino.
El recuerdo del amor en todas sus formas es lo que con el paso del tiempo persiste en nuestro ser. Es lo que nos llevaremos con nosotros y es lo que le dejaremos a quienes nos sobrevivan.
El sentido de nuestras vidas consiste en edificar una memoria llena del mayor número de momentos felices. De encontrar el amor a nuestro alrededor. En la familia con la que nacemos y en la familia que dejaremos. En todas y cada una de las personas con las que hayamos compartido un tramo del camino. No importa si es un año o un día. Los momentos que compartimos con ellas son nuestros únicos tesoros verdaderos.
Nuestra riqueza o pobreza se encuentra en nuestra memoria. Gran parte de nuestros esfuerzos se va en tratar de salvar nuestros pensamientos y nuestros recuerdos del olvido. Al final, la suma de todos aquellos instantes en que fuimos felices será el legado que guardaremos antes de nuestra muerte y dejaremos tras ella.

 

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