Tuesday, March 04, 2014

Dios



LAS RAICES DE DIOS.

"God is a concept, in which we measure our pain..."

God
- John Lennon -

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"Well I never pray but tonight I´m on my knees yeah,
I need to hear some sound that recognize the pain in me now, 
I hear the melody sound, let it cleanse my mind I feel free now,
but the airwaves are clean and there´s nobody singing to me now..."

Bittersweet Symphony
- The Verve -

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"Dios es el silencio del Universo y el hombre es el grito que justifica ese silencio"

Cuandernos de Lanzarote
- José Saramago - 


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"Jesus, Jesus help me,
I´m alone in this world,
and this fucked up world it is too..."

Wake up Dead Man
- U2 -

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"[while burning the Narrator's hand with lye]
Tyler Durden: Shut up! Our fathers were our models for God. If our fathers bailed, what does that tell you about God?
Narrator: No, no, I... don't...
Tyler Durden: Listen to me! You have to consider the possibility that God does not like you. He never wanted you. In all probability, he hates you. This is not the worst thing that can happen.
Narrator: It isn't?
Tyler Durden: We don't need him!"

Fight Club

En mi opinión, Dios es un concepto cuyo origen y existencia radican únicamente dentro de la mente humana que lo concibe. Es un concepto necesario -aunque no absolutamente imprescindible- que la inteligencia del ser humano se vio obligada a crear para responder aquellas preguntas que no podía -y en gran medida aún no puede- resolver utilizando su capacidad y los elementos observacionales a su alcance. 
Si bien es cierto que la ciencia ha resuelto varias cuestiones sobre las cuales lo ignorabamos todo hace apenas unos cuantos años, sus respuestas se limitan aún a esbozar el funcionamiento de las leyes físicas que rigen los fenómenos naturales que observamos. Sabemos mucho de las leyes que gobiernan nuestro universo, pero sabemos poco de su origen, aún menos de su destino y nada de su posible propósito y existencia. 
El ser humano creo a sus dioses con el fin de poder darle un sentido a su paso por este mundo, así como el poder explicar su origen y destino. Nada sabemos del porqué o para qué estamos en esta vida. Tampoco sabemos que nos espera después de esa inevitable desaparición física que representa la muerte. Y no existen interrogantes que le generen mas angustia a nuestra agobiada inteligencia que estas dos cuestiones. 
Ya que hasta este momento de nuestra historia, la inteligencia humana no tiene respuestas para disipar dicha ansiedad, se vio en la necesidad de fabricar al menos el ansiolítico necesario para aminorarla. Y lo hizo hace ya varios miles de años. 
Creamos a Dios. Anestesiamos nuestra soledad, mitigamos nuestra angustia, disipamos nuestros miedos.
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Aún cuando aqui estamos hablando de las primeras religiones politeístas, lo cierto es que ese anhelo de encontrar un puerto seguro en donde refugiarse y un padre amoroso que conteste nuestras preguntas es algo igualmente válido para el monoteísmo judeocristiano que surgió posteriormente.
El hombre sigue anhelando un padre que no solo lo proteja sino que posea las respuestas a todas las preguntas. Eso no ha cambiado en nada desde la concepción politeísta más primitiva hasta nuestras actuales religiones.
En palabras de Erich Fromm:

"Reclamo aún como una criatura, que haya un padre que me rescate, que me vigile, que me castigue, un padre que me aprecie cuando soy obediente, que se sienta halagado por mis loas y enojado a causa de mi desobediencia. Es notorio que la mayoría de la gente no ha superado, en su evolución personal, esa etapa infantil, y de ahí que su fe en Dios  signifique creer en un padre protector -una ilusión infantil. Esta sigue siendo la forma predominante, a pesar del hecho de que algunos grandes maestros de la raza humana y un pequeño número de hombres hayan superado ese concepto de religión."

Comparto con Fromm sus ideas acerca de lo que espera el ser humano de un Dios. No estoy completamente de acuerdo con su alusión a que esto sea una "etapa infantil" en el desarrollo de la religión por dos razones: La primera es que, me parece que la historia de las religiones desde sus inicios hasta la actualidad no sigue una progresión vertical desde la oscuridad hasta la iluminación. No se trata de una evolución ideológica. En mi opinión han  habido verdaderos retrocesos en dicha  historia, como lo son el paso de las religiones matriarcales o aquellas concepciones religiosas mas basadas en la figura femenina y en la unión a la naturaleza hacia las actuales religiones patriarcales, con su autoritarismo y su desprecio a la mujer y a la naturaleza.
Tampoco es posible hablar de evolución cuando comparamos las religiones orientales y occidentales puesto que unas y otras son tan distintas que la lógica que las rige es radicalmente diferente, por lo cual todo intento de  abordarlas desde un enfoque único fracasarían.
La segunda es que dicha afirmación supone implícitamente que el creer o no creer en un Dios esta determinado de alguna manera por la inteligencia, lo cual es un error. Isaac Newton, indiscutiblemente uno de los seres humanos más brillantes que hayan caminado por la faz de la tierra, creía en el Dios antropomórfico e intervencionista de la Biblia Cristiana.
No es el caso de Albert Einstein, por cierto. A pesar de  lo que muchos creyentes cristianos no se cansan de afirmar, Einstein no creía en Dios. O mejor dicho, si creía en un Dios. En su concepto de Dios que nada tiene que ver con el Dios cristiano -en todo caso el era judío. Desde que Einstein pronunció la palabra Dios en público, innumerables oportunistas no se han cansado de promover sus creencias mediante la supuesta adhesión de la mente más brillante de la humanidad a la religión. Esto sin embargo nunca fue cierto. En palabras de Einstein:

"No creo en un Dios personal y no he negado nunca esto, sino más bien lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que se pudiera llamar religioso, es una admiración ilimitada de la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia la puede descubrir." 

 MATRIARCADO.

"El eterno femenino
nos encumbra..."

Fausto
- Goethe -

"(...) El nivel de civilización de una sociedad se ha medido siempre por el respeto   con que ha tratado a las mujeres y por el grado de influencia que ellas han alcanzado. No hay duda: si el nivel cultural se mide por el caracter pacífico, el rechazo de la violencia y la capacidad de entendimiento, entonces las mujeres son el sexo más civilizado. Se podrá objetar con Nietzsche que esas son las virtudes de los débiles, pero la civilización la hacen precisamente los débiles, que con la invención de los buenos modales obligan a los fuertes a no comportarse como neandertales."

Dietrich Schwanitz

En 1908, el arqueólogo Josef Szombathy se encontraba explorando un yacimiento a las orillas del Danubio, en Willendorf, Austria. Casi al final de la jornada, descubrió una pequeña figura antropomórfica de piedra caliza, de apenas 11.1 centimetros de altura que presentaba rasgos característicamente femeninos: Vientre abultado -aparentemente embarazada- pelvis ginecoide y amplios pechos. 
La figura es hoy mundialmente conocida y data de la era del paleolítico. Junto con el hallazgo de Szombathy, la Venus de Willendorf es parte de una larga lista de figuras similares correspondientes al mismo periodo histórico que han sido encontradas a lo largo y ancho de Europa. 
Por sus características morfológicas, la Venus de Willendorf ha sido vinculada con el atributo de la fertilidad. Se ha convertido -junto con sus figuras relacionadas-  en la prueba arqueológica más contundente que corrobora la existencia de sociedades humanas primitivas que no solo profesaban un culto a una deidad femenina, sino que delegaban el poder de la comunidad en las mujeres que habitaban sus sociedades tribales. Esto es particularmente trascendente si tomamos en cuenta que dichas sociedades matriarcales fueron posteriormente borradas de la faz de la tierra para ser sustituidas ya sea por sociedades politeístas o monoteístas que comparten un elemento en común: el poder absoluto del hombre, con la consecuente  degradación de los ideales que la mujer representa, así como la nulificación de su lugar y participación en la sociedad. 
Poco es lo que sabemos de estas antiguas sociedades matriarcales. La razón es sencilla. Su paso por la humanidad, desafortunadamente, no llegó a alcanzar los albores del inicio de la historia propiamente dicha, que se encuentra determinado por la invención de la escritura. Simplemente carecemos de registros escritos que nos describan con exactitud su ideología y forma de vida.
Sabemos que muy seguramente se trataba de sociedades politeístas, como el resto de las comunidades primitivas que conocemos en otros lugares del mundo. Al igual que éstas, es probable que creyeran en la existencia de diversos espiritus encarnados en la forma de animales y  fenómenos naturales. Lo que parece claro es que la principal deidad que veneraban era una figura con los atributos morfológicos y caracterológicos de una mujer, y que por consiguiente, delegaban el poder de sus comunidades en sus mujeres. 
Pese al escandalo que esto puede suscitar en los misóginos del pasado y el presente, que tan fervorosamente creen que Dios es sin lugar a dudas un hombre, y la mujer  una especie de subproducto residual de la creación que El inventó para que su creación favorita -el hombre- pudiera divertirse, en lo personal, no me sorprende en absoluto  que en los inicios de la civilización, los atributos que frecuentemente el ser humano busca en una deidad -como lo son la capacidad creadora, el amor, la conciliación y nuestro origen y destino- se depositaran en la figura de una mujer.
Después de todo, si Dios es el creador por excelencia ¿No es acaso la mujer quien más se le acerca en este aspecto al llevar dentro de su vientre el milagro del desarrollo de una nueva vida? Obviando el hecho de que la concepción es evidentemente el fruto de una reproducción sexual ¿No es acaso la mujer quien tiene la capacidad natural de tener un útero que al ser fecundado, será el sitio en donde se llevará a cabo el proceso de la creación de un nuevo ser humano? ¿No es la madre el primer vínculo que tiene un recien nacido? ¿Su vínculo primario?  ¿No es también aquel vínculo que lo une al mundo por primera vez, lo protege, lo alimenta y de quien depende absolutamente en las primeras etapas de su vida?
De acuerdo con Erich Fromm, el amor de la madre tiene algunas características que lo diferencian no solo del amor del padre, sino del amor de pareja y del amor hacia el resto de nuestros semejantes: el amor de una madre es incondicional, de tal forma que no es posible perderlo. La madre ama a su hijo por el simple hecho de que es. No necesita de ninguna razón para amarlo. Por el hecho de ser su hijo le ama. A diferencia de otros tipos de afecto, que piden alguna especie de retribución a cambio de los favores ofrecidos por el ser que brinda su amor, la madre no obtiene ni pide nada a cambio por el cariño, afecto y protección que le prodiga a su hijo(a). El amor de la madre -en una concepción general y con sus inevitables excepciones en la práctica- constituye la concepción ideal del amor creador,  incondicional, protector e ilimitado. No importa cuantos errores pueda tener un ser humano, no importa cuantos pecados pueda cargar a cuestas, la madre siempre le amará porque es su hijo. 
El amor de la madre posee características y atributos completamente diferentes de aquellos que integran el amor del padre -como veremos al hablar de las sociedades patriarcales- y el conocer dichos atributos nos sirve para entender  porqué el ser humano depositó inicialmente su fe en una deidad de atributos femeninos. El ser humano vinculó desde un inicio a la creación con la figura de la madre -quien ha estado unida desde siempre con nuestro origen, lo cual puede rastrearse hasta el concepto de la "madre tierra"- y buscaba en una Deidad femenina aquel amor que caracteriza el de una madre: un amor incondicional del cual emanara protección, conciliación, consuelo y perdón. Un amor que nos vinculara directamente con nuestro origen y que tuviera el poder de crear nueva vida. Un amor vinculado a la fertilidad, a la fecundidad. Un amor ilimitado
Desconocemos con certeza el porqué esta concepción femenina de Dios no prosperó en el seno de la civilización humana. Sabemos sin embargo que las religiones patriarcales han hecho todo lo que ha estado a su alcance para denigrar a la mujer desde su origen y de paso culparla por todos los males del mundo -basta recordar el mito de la tentación de Eva en el jardín del Edén o de Pandora y su temible caja. Sin embargo, pese a su intento de manchar la imagen de la mujer con todo lo que esta representa, los atributos de la figura femenina y de lo que su amor simboliza, no han podido ser borrados del todo en las concepciones religiosas patriarcales. La Virgen María del cristianismo y el catolicismo representa el consuelo del amor maternal que desde siempre y por siempre buscará el ser humano. En las religiones de oriente, la mujer tiene una presencia más constante que en las occidentales -como es el caso de la Diosa Khali en la India. Y en algunas religiones, como el Islam, la mujer ha sido borrada de las sagradas escrituras y de la historia. Sus únicas apariciones públicas concurridas son las lapidaciones que hasta el día de hoy -inicios del siglo XXI- sufren aquellas mujeres a las que el hombre musulmán acusa de adulterio.

DIOS Y SU MUY HUMANA RELACIÓN CON EL PODER.


La religión es la consecuencia inevitable de que la inteligencia en los seres vivos aparezca antes que el conocimiento. Esta observación podría parecer obvia e intrascendente, pero no lo es. La religión impera sobre la ciencia y la razón, en aquella inteligencia que aún no tiene el conocimiento suficiente para explicar la realidad que le rodea por otros medios. Es un remedio fácil que el ser humano creó para mitigar sus miedos ante lo desconocido.
La religión se convirtió en otro instrumento mas al servicio del poder. Muy pronto quedó en claro, que la mas efectiva manipulación sobre las masas, se lograba al controlar a las personas a través de la administración de sus miedos mas profundos. Es decir, mediante la administración de su fé.
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La historia nos demuestra una y otra vez, que la religión es un instrumento peligroso por medio del cual, los ignorantes  pueden pretender otorgarles legitimidad a sus proyectos sin la necesidad de tener que probar sus teorías.
Si todo lo demás falla, o no tienes la suficiente habilidad para sostener tus ideas con tu propia -y escasa- inteligencia, refugiate en la religión. Es una estrategia infalible. Solo basta con que adornes tus argumentos con motivos religiosos y los modifiques un poco, de tal forma que ciertas partes coincidan con el texto sagrado que mejor te parezca, y con toda seguridad muchos serán los que te seguirán ciegamente hasta la muerte.

 PATRIARCADO.


"(...) esta historia es muy distinta de la que nos cuenta Homero, y ha sido escrita por Dios (La Biblia) un Dios que fue reconocido por los europeos como el único Dios. Por eso creyeron su historia al pie de la letra: por ella se derramaron mares de sangre y por las más nimias diferencias en su interpretación se devastaron países y se arrasaron ciudades. La figura más importante de nuestra cultura es el Dios de la Biblia. E incluso quien no cree en  El, extrae de El su idea de Dios, para después negarlo. Quien afirma que no cree en Dios está pensando en Zeus, no en El."

Dietrich Schwanitz


En el Antiguo Testamento, el cual narra la historia del pueblo de Israel, Dios es un ser rencoroso, vengativo, iracundo e implacable. Creaba al hombre y lo colmaba de dichas para luego expulsarlo del  paraíso por caer en la imperdonable tentación de querer conocer. Le exigía a Abraham, su más querido hijo, que sacrificara a su primogénito solo para poder comprobar su fe. Con ayuda de Lucifer y con una intención similar, atormentaba a Job. Arrasaba con ciudades enteras que no se adherían a sus mandatos. Inundaba el mundo con un gran diluvio y destruía a la raza humana, salvando únicamente a su hijo favorito y comenzaba todo de nuevo.
De la misma forma que las religiones matriarcales reflejaban la figura de la madre en su Deidad femenina, el Dios de Israel se asemeja a un jefe tribal. Un jefe agresivo, implacable, despótico y autoritario, cuyo único deseo es  asegurar la supervivencia de su pueblo así como  imponer la ley.
Es esta la aparición del Dios monoteísta y patriarcal en la carrera de la civilización occidental. Un Dios que bebe de la afluente de dos grandes ríos: el  judaísmo y el cristianismo -con la consecuente adición del Nuevo Testamento.
La concepción monoteísta del Dios de la Biblia es quizá el concepto que más influencia ha tenido en la historia de la civilización occidental y es hasta nuestros días, el Dios que veneran las religiones más importantes del mundo.
Si la madre otorga a sus hijos un amor incondicional e ilimitado, el amor del padre difiere de éste de muchas formas. En primer lugar, pese a que el padre ama a sus hijos, se trata de un amor condicionado. Los hermanos deben luchar por ganarse el amor del padre y competir entre ellos por obtener sus favores. El padre normalmente eligirá a uno de sus hijos -y no siempre será el primogénito- para sucederle como cabeza de familia y heredarle su poder y sus riquezas. Y normalmente el criterio que usará el padre para escoger a su sucesor será elegir a aquel de sus hijos que mas se le parezca, por lo cual posea aquellos atributos con los cuales se identifica y que habrán de darle la posibilidad de sucederlo tras su muerte. De esta forma, al ser el amor del padre un amor condicionado, a diferencia del amor maternal, éste se puede perder y se tiene que luchar por el. Es necesario cumplir las expectativas del padre y agradarle para que éste voltee su mirada a su hijo y lo elija como su favorito.
El padre es también, de forma tradicional, aquel que carga con el rol de ser la figura agresiva y protectora. Desde la edad de las cavernas, era el hombre el que salía a cazar, el que defendía a la comunidad de los extranjeros y el que inventó la guerra. Dentro del hogar, tras su vínculo primario con la madre, llegada a una cierta edad, el  hijo es atraído por la figura del padre. El hijo le toma como modelo a seguir y el padre a su vez comienza a enseñarle al hijo sobre las leyes que rigen la sociedad en la cual vive y sobre las herramientas que necesitará desarrollar en un futuro para sobrevivir en un mundo dificil y competitivo. En pocas palabras el hijo intentará aprender a convertirse en su padre. Le tomará como modelo, y esta influencia hará que el hijo imite los atributos que el padre usa para asegurar su subsistencia, su lugar en la sociedad, su relación con las leyes y su forma de conseguir una pareja.
Es necesario saber estos datos como un requisito previo para entender que es lo que busca el ser humano venerando a una deidad de atributos masculinos.
La aparición del monoteísmo patriarcal coincide con la aparición de la propiedad privada. Surge un Dios masculino que emula las características del lider de la tribú y le otorga a su pueblo las leyes que habrán de regir no solo la relación del ser humano con Dios, sino cada aspecto de su vida cotidiana (En el antiguo testamento conocemos a un Dios Todopoderoso y omnipresente que sin embargo parece mostrar un extraño interés en emplear su infinita sabiduría en trivialidades tales como el  enseñarle a su pueblo las reglas específicas para elaborar el pan de ácimo, especificar cuantos y que animales debían serle ofrecidos en sacrificio así como detallar con toda exactitud las dimensiones que habría de tener el templo en donde fuera guardada el arca de la Santa Alianza)
El ser humano busca en el Dios judeocristiano (Y en Dioses similares e históricamente relacionados, como Alá) un padre protector que le guie por la vida y le proteja, pero que también ponga el orden necesario en la sociedad mediante la introducción de las leyes. Busca ganarse sus favores -como lo haría cualquier hijo con su padre- mediante su buena conducta, la cual se traduce en sus buenas obras. Teme su castigo y su rechazo. Compite con sus hermanos -el resto de sus semejantes- por ser aquel que obtenga la gracia de sus dones y le busca cuando se siente afligido por las preguntas  universales, al saber que su padre tiene todas las respuestas a su alcance.
La aparición del Dios patriarcal terminó de darle el golpe de gracia a las sociedades matriarcales y relegó a la mujer al interior del hogar, al convento o al prostíbulo. Desde un punto de vista histórico, con la posible salvedad de haberla convertida en la pecadora por excelencia a la cual siempre es posible responsabilizar por todos los males del mundo -Vease el mito de Eva o de Pandora- la mujer quedo relegada al olvido y a la oscuridad total, con ciertas reapariciones desafortunadas en las cuales los sacerdotes, echando mano de la Biblia, las acusaban de herejía y de comulgar con el Diablo, condenandolas en masa a arder, si no en el  infierno, si en millones de hogueras a lo largo y ancho de Europa.
La Biblia Cristiana es de forma incontrovertible, una inmensa fuente de misoginia, racismo, xenofobia, desprecio por la naturaleza, homofobia e intolerancia religiosa. Esto es imposible de refutar. Quien desee hacerlo solo necesita realizar una breve busqueda en internet y relacionar cada uno de los términos con la palabra "biblia" para así encontrar las citas textuales que detallan cada concepto. Quien desee evitarse el realizar dicha busqueda o quiera leer una versión sintetizada de estas fuentes, puede leer "La puta de Babilonia" de César Vallejo.
Personalmente, el que una mente supuestamente infinita en su sabiduría, pueda ser la autora de un libro que cae una y otra vez en prejuicios típicamente humanos, es la principal razón por la cual no me es posible creer que dicho texto sea de  autoría e inspiración divina. Es simplemente  absurdo.

ORIENTE Y OCCIDENTE.


No es posible comparar las religiones occidentales y orientales usando el mismo marco teórico. Las diferencias que separan a unas y otras son profundas: Los mismos principios lógicos en las cuales se basan son diferentes en uno y otro caso.
La civilización occidental ha estado dominada por la lógica de Aristóteles, mísma que el filosofo enunció más de tres siglos antes de Cristo. Sintetizando algunos de sus principios fundamentales y los que más nos ocupan en esta cuestión podemos mencionar el principio de identidad (A es A), el principio de contradicción (A no es B) y el principio del tercero excluido (A no puede ser A y no A, tampoco A ni no A) En otras palabras, Aristóteles afirmó  que "Es imposible que una misma cosa simultáneamente pertenezca y no pertenezca a la misma cosa y en el mismo sentido, sin perjuicio de otras determinaciones..."
No necesitamos aprender con toda su aridez la teoría de los principios de la lógica aristotélica. Estos se encuentran tan embuidos en la civilización occidental que los conocemos y utilizamos de forma cotidiana en todos nuestros asuntos. Los tomamos como naturales y autoevidentes.
En contraste a la lógica aristotélica, existe la llamda lógica paradójica, en la cual A y no-A no se excluyen mutuamente. Este tipo de lógica predomina en las ideologías de la cultura china e india, en la filosofía de Heráclito y posteriormente en la Dialéctica de Hegel.
Gracias a la aplicación de la lógica paradójica, Lao Tsé pudo afirmar cosas como éstas: "Las palabras que son estrictamente verdaderas parecen ser paradójicas". O "La gravedad es la raiz de la liviandad; la quietud es la rectora del movimiento." O bien: "Mis palabras son muy fáciles de conocer y muy fáciles de practicar; pero no hay nadie en el mundo capaz de conocerlas y practicarlas."

En el pensamiento taoísta, así como  en el pensamiento indio y socrático, el nivel más alto al que puede conducirnos el pensamiento es conocer lo que no conocemos: Conocer y no obstante pensar que no conocemos es el más alto logro; no conocer y sin embargo pensar que conocemos es una enfermedad"
Erich Fromm

Como podemos ver, los principios de la lógica paradójica no solo se encuentran en las formulaciones de las religiones orientales, sino detrás de una de las máximas más conocidas de la filosofía occidental: aquella que afirma "Yo solo se que no se nada" atribuida a Sócrates. 
He aqui una distinción esencial entre el oriente y el occidente. Mientras el teólogo occidental pasa innumerables noches en vela tratando de explayar su pensamiento, el hombre oriental afirma ser incapaz de conocer a Dios, pues para el, la misma naturaleza divina es en esencia incognoscible para el ser humano. Sin embargo hace un adelanto al afirmar que aunque ignora, por lo menos se encuentra consciente de aquellas cosas que no conoce ni puede conocer.
La teología no tiene cabida en las tradiciones espirituales orientales, que de entrada consideran a Dios como un ente incognoscible para la limitada mente humana. Esto se encuentra en completa contraposición con el teólogo occidental, que es capaz de dedicar su vida entera a la redacción de inmensos libros en los cuales pretende explicar a Dios. Tales libros, dicho sea de paso, suelen ser soporíferos. Basta con  echar un vistazo a las obras de San Agustín de Hipona o Santo Tomás de Aquino. 
Para el hombre oriental -y también dentro de algunas corrientes occidentales-, Dios se encuentra tan apartado del posible conocimiento por parte del ser humano que no nos es posible ni siquiera pronunciar su nombre, puesto que Dios no tiene nombre. No conocemos los atributos ni las características de Dios, puesto que Dios no es una persona. De esta forma, resultaría llanamente absurdo hablar de Dios de la misma forma en la que hablaríamos de cualquier objeto o ser cotidiano. Dicho marco de referencia no nos serviría de nada a la hora de abordar la naturaleza de Dios. Podríamos decir que conocemos más a Dios sabiendo lo que Dios no es que sabiendo lo que es, puesto que en realidad solo podemos deducir lo primero.
La lógica paradójica tiene profundas implicaciones en la forma en que el ser humano oriental concibe a Dios. Puesto que para el oriental, la realidad solo puede ser percibida a traves de las contradicciones de la lógica paradójica, no se fía mucho del pensamiento. No concibe el amor a Dios como el conocimiento de Dios, sino como el acto de experimentar la unidad con Dios. 
De esta forma, en las culturas orientales, el pensamiento queda relegado a un segundo plano y es el acto correcto -y no el pensamiento correcto- aquello que rige no solo la relación con Dios, sino con el resto de los seres  humanos. 
Esto iba en dirección opuesta a la ideología imperante en  Occidente, en donde el pensamiento correcto lo era todo, lo cual condujo a la inevitable aparición de los dogmas. 
Y es que otra consecuencia importante de valorar más el acto correcto que el pensamiento correcto, es el consecuente  desinterés por los dogmas que esto acarrea, lo cual se traduce en una mayor tolerancia religiosa.


LA OPCIÓN AGNÓSTICA.

"Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por intervención de los hombres. "

Mahatma Gandhi

"El reino de Dios está en vosotros."

Lev Tolstoi

“Creo en el Dios de Spinoza, que se nos revela en la armonía que rige a todos los seres del mundo, no en el Dios que se implica en los destinos y acciones de los hombres”

Albert Einstein

"En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios."

Juan 1:1

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"

I Have a Dream Speech, 28 de Agosto de 1963, Washington D.C.
-  Rev. Martin Luther King

El 30 de Junio del 2010 escribí estas palabras:

Tal vez sea cierto -y lo es- que nuestra existencia es en esencia algo irrelevante cuando la observamos bajo la lente de una escala de tiempo lo suficientemente grande. Pero es precisamente entonces -cuando nos damos cuenta de ese hecho- que debemos aprender a ser humildes y echar mano de los más pequeños y aparentemente triviales detalles de nuestra vida para tratar de edificarle un sentido y propósito, aunque sea solo ante nuestros ojos.


El tratar de ser feliz me parece un buen inicio aunque no sea hablar de poco, ya que como es bien sabido, es esta la más dificil tarea de todas y en ella inician y terminan las alegrías y penas de todos nuestros esfuerzos terrenales.


Quizá aún más importante que esto sea el tratar de hacer felices a las personas que fugazmente se cruzan en nuestro camino a cada paso que damos. Esos seres tan insignificantes y valiosos a un tiempo como nosotros, tan confundidos y solos, tan desamparados y desprotegidos, que casualmente pasan sus vidas en nuestra misma escala temporal, dándonos la irrepetible oportunidad de compartir unos años, unos meses, unos días, una tarde o una noche.


El recuerdo de un buen momento, el socorro en un problema, el consejo en un dilema, el consuelo en una pena, la impresión de nuestras palabras y nuestros actos en la vida de alguien más, es en esencia lo que tenemos para edificarle un propósito a nuestra vida. 
Poco ha cambiado desde entonces. 4 años han pasado y mi concepción de nuestro posible propósito en esta vida permanece en esencia inalterado. Creo que ese propósito es algo personal, es algo que nosotros debemos edificar, y que el sentido de nuestra existencia lo construimos básicamente con nuestra forma de vivir y de hacer felices a las personas que nos rodean. No solo a aquellas personas que amamos. A todos nuestros semejantes. En ese sentido creo en ese mandamiento que el riguroso Jehová le entregó a Moises en el Sinaí que dice: Amarás a tu projimo como a tí mismo. 
Comparto con Einstein y con otros cientificos como Carl Sagan o Stephen Hawking el concepto de un Dios que se manifiesta en la belleza de la naturaleza, del universo que nos rodea. Un dios creador pero no intervencionista. Un Dios  impersonal y carente de toda injerencia en los insignificantes asuntos humanos. Mas que compartir dicho concepto, esa fue la idea que me fue inculcada cuando comencé a leer libros de ciencia de Carl Sagan o cuando comencé a leer las innumerables biografías que existen sobre Einstein.
Erich Fromm nos da su concepto de una visión no-teísta del mundo en El arte de amar:

En un sistema no teísta  no existe un reino espiritual fuera del hombre o trascendente a el. El reino del amor, la razón y la justicia existe como una realidad únicamente porque el hombre ha podido desenvolver esos poderes en si mísmo a través del proceso de su evolución y solo en esa medida. En tal concepción, la vida no tiene otro sentido que el que el hombre le da; el hombre esta completamente solo, salvo en la medida que ayuda a otro.
 Nuevamente esta presente aquí la afirmación que dice que es el ser humano el encargado de edificarle un sentido y propósito a su existencia, y que se encuentra completamente solo en esa tarea. 
Fromm -en el mismo libro y capítulo hace una reflexión brillante acerca del como abrazar la espiritualidad sin la necesidad de atarnos a una determinada creencia religiosa. Sobre una manera de -no creer- sino vivir a Dios. 

La persona verdaderamente religiosa que capta la esencia de la idea monoteísta y su verdadero núcleo, no reza por nada, no espera nada de Dios; no ama a Dios como un niño a su madre o a su padre; Ha adquirido la humildad necesaria para percibir sus limitaciones, hasta el punto de saber que no sabe nada acerca de Dios. Dios se convierte para ella en un símbolo en el que el hombre, en una etapa más temprana de su evolución, ha expresado la totalidad de lo que se esfuerza por alcanzar, el reino del mundo espiritual, del amor, la verdad y la justicia. Tiene fe en los princios que Dios representa: PIENSA LA VERDAD, VIVE EL AMOR Y LA JUSTICIA, y considera que su vida toda es valiosa solo en la medida en que le da la oportunidad de llegar a un desesnvolvimiento cada vez más pleno de sus poderes humanos -como la única realidad que cuenta, el único objeto de "fundamental importancia"- y eventualmente no habla de Dios -ni siquiera menciona su nombre. Amar a Dios, si usara esa palabra, significaría entonces anhelar el logro de la plena capacidad de amar, para la realización de lo que Dios representa para cada uno mísmo. 
No hay mucho más que agregar a esta afirmación. Creo que en ella esta desglosada con una claridad pristina, la forma de concebir el mundo de aquel que se llama a sí mismo agnóstico. Yo me considero agnóstico y no me cansaré de repetir que aún con la típica confusión al respecto, el agnóstico y el ateo no representan la misma cosa.
Lo que si es importante recalcar, es el derecho inalienable de ser creyente, ateo o agnóstico, sin que esto represente un motivo válido para ser discriminado ya sea directa o indirectamente por nadie. Frecuentemente son los creyentes religiosos quienes más hablan de "tolerancia religiosa" y exigen su derecho de profesar su religión en libertad. Y al hablar por lo menos de las religiones principales, rara vez se ve que un cristiano, un católico, un judio o un musulmán se vean perseguidos -por lo menos dentro de aquellos países en los cuales sus religiones son mayoritarias- por nadie mas. Nadie les prohibe creer en  lo que les de la gana ni realizar los ritos propios de su religión de la forma en que mejor les parezca. 
Sin embargo, ese mismo respeto y tolerancia de la cual gozan las personas creyentes no suele ser retribuído ni a las personas que profesan una religión diferente, ni a los ateos ni a los agnósticos. 
Lo repetiré de nuevo. El agnóstico nunca perderá su tiempo recriminandole a un creyente el  profesar una fe falsa compuesta de dogmas medievales. Simplemente no está interesado en hacerlo -el ateo tal vez si lo este. El agnóstico por definición respeta a los demás agnósticosy a los creyentes,  y no solo tolera sino que promueve la libertad religiosa en todas partes. Es algo así como lo que dijo Voltaire:

"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo."
El agnóstico no está interesado en convertir a nadie, ni en señalar a nadie sus posibles errores, ni en "predicar" nada en ningún lugar y desde ningún púlpito. Lo único que desea es existir de acuerdo a sus creencias sin ser molestado, ni tener que escuchar constantemente  frases condescendientes que le instan a unirse al "verdadero camino" o que le compadecen: "Si no crees en nada estás perdido. 
Los creyentes religiosos siempre han defendido como un principio sacro el derecho de creer y profesar los princios y ritos de su religión en paz y en total libertad. La razón por la cual pierden de vista lo desagradable que representa tener que soportar constantemente a una persona que les dice que sus creencias son erróneas es porqué -al menos en un país como éste, que representa uno de los bastiones mundiales del catolicismo y el cristianismo- será muy raro que tengan que soportar la censura de sus creencias o ser objeto de crítica, discriminación o rechazo por ellas. 
Hago un llamado a los creyentes religiosos en todas partes a retribuir -aunque solo sea por simple sentido común- aquel respeto que reciben de las personas agnósticas. Vivan su religión sin tratar de convertir a nadie, sin censurar las creencias de otras personas y sobre todo sin adoptar ese insoportable aire de superioridad que algunas personas religiosas asumen frente a los creyentes de otras religiones, a los agnósticos y ateos. Ese aire de superioridad que parece afirmar: "Yo soy superior  porque yo si creo en la verdadera y única religión, a diferencia de tí, que veneras idolos falsos o peor aún que te encuentras perdido al no creer en mi Dios". 
Habrá que recordarles de nuevo a las personas que adoptan dicha actitud que su concepto de Dios no es el único posible ni verdadero, y que existen diversas formas de creer en el y vivirlo.

Marzo del  2014


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