Tuesday, May 27, 2014

el séptimo círculo del Infierno (el bosque de los suicidas)

El Bosque de los suicidas
- Gustave Doré -

"Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate"
("Abandonad  toda esperanza al traspasar mis puertas")

Inscripción en las puertas del Infierno
La Divina Comedia
- Dante Alighieri -

 Existen  dos tipos de lectores de la Divina Comedia. Los primeros son los eruditos que leen ediciones kilométricas con los versos en el italiano antiguo original acompañado de su correspondiente traducción y de algún análisis de 500 páginas como prólogo o epílogo a la obra. Este tipo de lectores suelen realizar tesis doctorales sobre la obra con temas como "La influencia de Dante Alighieri en el desarrollo de la lengua italiana en el renacimiento y la época moderna" o "La  concepción cosmológica católica en la Alta Edad Media representada en la divina comedia".
Por lo que se son los únicos que leen las tres  partes que componen la obra y acompañan a Dante hasta el final del viaje, en donde se reune con Beatriz y ve a Dios rodeado de ángeles luminosos que cantan alabanzas en el paraíso, donde todo es felicidad y demás. 
El resto de los lectores, que son la mayoría y entre quienes me cuento, nos basta y sobra con leer los primeros 33 cantos de la obra, que corresponden al descenso de Virgilio y Dante a traves de los nueve círculos infernales. 
El infierno es representado en la obra como un gigantesco cráter que fue oradado en la tierra por la caída de Lucifer. Al descender por los nueve círculos del Infierno, cada tipo de pecador recibe su merecido castigo. Y cada uno de estos va aumentando en intensidad y resulta más aterrador a medida que el descenso continúa (Si alguien tiene  curiosidad acerca de que es lo que depara a los condenados el noveno círculo, éste esta habitado por los tres traidores más grandes de la historia: Bruto, Casio y Judas, cuyos cráneos son roídos por Satanas, representado como un monstruo de tres cabezas que habita un lago congelado)
Antes de llegar al fondo, Virgilio y Dante conocen el séptimo círculo, reservado para los suicidas.

Los poetas cruzan por el séptimo círculo infernal, el de las almas violentas. De pronto arriban al segundo recinto. En ese lugar se encuentra una fronda densa y agreste. Virgilio le informa a Dante que ese lugar es el bosque de los suicidas, el cual se encuentra vigilado por las feroces Arpías. Las almas de los que atentaron contra su vida, por su propia mano, son enviadas por Minos a este áspero paraje. Allí, justo en el sitio en donde caen las almas condenadas, crecen formaciones arbóreas, mismas en donde yacen cautivas. Las Arpías, al trozarlas, les hacen emitir agudos lamentos.
Mientras Dante habla con el alma de Pier Della Vigna, aparecen huyendo, desnudos y perseguidos por voraces perras, los espíritus de Lano da Siena y Giacomo da Sant´Andrea. En su frenética fuga, destrozan varios arbustos, los cuales gimen desconsolados, uno de ellos, tal vez Rocco dei Mozzi, dialoga con Dante acerca del modo en el que, luego de dilapidar su fortuna, se ahorcó en su propia casa.

Tal es el castigo que Dante reserva a los suicidas. Si bien en este caso, la obra de Dante refleja el absoluto rechazo de la iglesia Católica hacia el suicidio, el hecho es que prácticamente todas las religiones del mundo, incluyendo a las orientales -las cuales suelen ser menos moralistas que las tres principales religiones judeocristianas- rechazan y prohiben el suicidio.
Esto tiene una ventaja: la profunda devoción a una religión puede hacer que un potencial suicida desista de realizar el acto ya sea por considerlo una ofensa a su Dios o por temor al castigo eterno que supuestamente le esperaría en el infierno de llevarlo a cabo. 
El problema por otro lado es que esta concepción sobre el suicidio solo contribuye a estigmatizar un acto que es la consecuencia de varias enfermedades psiquiátricas -principalmente la depresión-, por lo cual contribuye a perpetuar el tabú y la ignorancia que rodean el tema. Lejos de ser una cuestión de moral o un problema teológico, el suicidio  es un problema de salud pública, resultado de un padecimiento médico no diagnosticado o mal tratado. 
¿Cuantas veces hemos escuchado ese eterno debate que pretende zanjar la cuestión relativa a si el suicidio constituye el acto más valiente o más cobarde de todos? 
Lo que yo pienso cada vez que leo algo al respecto, o me encuentro frente a alguien que aborda esta cuestión es ¿A quien le importa? Me importa un comino determinar si el suicida es un valiente o un cobarde. Lo que realmente debería interesarnos es determinar cuales fueron los factores que llevaron al suicida a hacer lo que hizo y que pudimos hacer para evitar que dicho enfermo llegara a ese grado.
Seamos prácticos. Al abordar el suicidio de esta forma podemos salvar vidas. Y podemos mejorar la calidad de vida de las millones de personas que se encuentran considerando el suicidio como una salida al sufrimiento derivado de una depresión, del trastorno bipolar, del consumo de sustancias o de cualquier otro padecimiento psiquiátrico cuyo riesgo en última instancia sea el suicidio. 
En lo personal esto es todo lo que me interesa. Abordar el tema referente a si el suicidio es moralmente aceptable o no me parece ridículo, inutil y pretencioso. Después de todo ¿Con que autoridad moral habrá de abordar este debate una persona que no sabe lo que es la depresión y que jamás ha considerado siquiera imaginar a que magnitud debe llegar el  sufrimiento de un paciente como para que éste elija terminar con su propia vida a seguir soportando el dolor que lo atormenta? 
En mi opinión, lo inmoral resulta juzgar a los suicidas y condenarlos a vagar por siempre en un infierno, convertidos en "arbustos que habitan una selva de espinas que sangran", por citar a Dante. Tal como dijo Nabokov "¿Porque juzgar a los suicidas? ¿Para que romperle el corazón a aquel que ya lo tenía roto de antemano?"

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ADD.
Dos cuestiones estúpidamente fáciles de comprender 
(que sin embargo permanecen en la incomprensión desde el inicio de los tiempos...)

LA DEPRESION ES UNA ENFERMEDAD.

La depresión es una enfermedad. No es ésta una cuestión en la cual exista aún algún tipo de debate. Desde hace décadas la medicina moderna clasifica al trastorno depresivo mayor como un padecimiento médico bien caracterizado, para el cual existe tratamiento y que se manifiesta a traves de alteraciones en la esfera afectiva del enfermo, en su capacidad por disfrutar de sus actividades, así como en sus hábitos de sueño, de apetito, de energía, en su voluntad, en su autoestima y en la presencia de ideas de muerte, que en última instancia pueden llevar al enfermo a la muerte.
La depresión no es una "enfermedad nueva", ni una consecuencia de la modernidad. La depresión fue descrita desde los tiempos de Hipócrates de Cos y se sabe de ella desde épocas tan antiguas como aquellas en las cuales fue formulada  la teoría de los "humores corporales". De ahí que las raíces griegas del término "bilis negra" constituyan el origen de la palabra melancolía (del griego clásico μέλας "negro" y χολή "bilis") Robert Burton publicó su inmensa  "Anatomía de la melancolía" en 1621. La depresión existe desde que el ser humano existe.
Una persona que sufre depresión esta enferma. De la misma forma que un cardiopata o un paciente con el diagnóstico de cáncer, de Diabetes Mellitus o de hipertensión arterial sistémica. No existe ninguna diferencia.

LA DEPRESIÓN PUEDE MATAR A QUIEN  LA PADECE.

La severidad de una depresión varía de paciente en paciente. Usualmente -aunque no sea la norma necesariamente- una depresión no diagnosticada o mal tratada irá empeorando con el paso del tiempo y puede llegar a la gravedad. Cuando esto sucede la vida del paciente está en un alto riesgo.
La depresión es un padecimiento potencialmente mortal y la forma en la cual mata al enfermo es mediante la consumación de un suicidio. De tal forma que el suicidio es un problema que debería ser abordado por la salud pública y la medicina, no por filósofos, teólogos o sacerdotes.
El suicidio es el síntoma más grave de un padecimiento que al igual que el cáncer o el VIH-SIDA puede llegar a ser mortal. En este caso dicho padecimiento es con frecuencia la depresión (O trastorno depresivo mayor), aunque existe una gran variedad de padecimientos psiquiátricos que también acarrean el riesgo del suicidio, como lo es el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el consumo de sustancias o los desordenes de la conducta alimentaria.

Sunday, May 25, 2014

apuntes sobre la melancolía

 Melancolía
- Alberto Durero -


Immerse your soul in love.

Street Spirit (Fade Out)
- Radiohead -

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Dearest,

I feel certain that I am going mad again. I feel we can't go through another of those terrible times. And I shan't recover this time. I begin to hear voices, and I can't concentrate. So I am doing what seems the best thing to do. You have given me the greatest possible happiness. You have been in every way all that anyone could be. I don't think two people could have been happier till this terrible disease came. I can't fight any longer. I know that I am spoiling your life, that without me you could work. And you will I know. You see I can't even write this properly. I can't read. What I want to say is I owe all the happiness of my life to you. You have been entirely patient with me and incredibly good. I want to say that — everybody knows it. If anybody could have saved me it would have been you. Everything has gone from me but the certainty of your goodness. I can't go on spoiling your life any longer.

I don't think two people could have been happier than we have been.

V.

Hace poco vi un programa dedicado a Gabriel García Márquez. Entre el análisis de varios de sus libros se intercalaban fragmentos de una entrevista realizada a Gabo hará hace unos 10 años. Es curioso. García Márquez es una de las personas que mas influencia han tenido en mi vida. He leído todos sus libros con excepción de dos y aún así jamás había escuchado su voz.
Cuando tocó el turno de hablar de Noticia de un secuestro y de su trabajo temprano como periodista,  decía que para el, el reportaje es también una forma de literatura, al igual que un cuento o una novela. Su argumento era que la literatura básicamente es el arte de contar historias y que toda la literatura en todas sus variantes esta basada de una u otra forma en vivencias de la realidad. Que el escritor las interprete, las modifique o las seleccione  de un millón de formas posibles es otra cosa. Por la otra parte, decía Gabo, el reportaje es también una historia narrada a traves del lenguaje cuya única diferencia consiste en estar basada de una forma más tangible en un suceso de la vida real. Por tal razón, el defendía la idea de elevar al reportaje al nivel de la literatura.
Desconozco cual hubiera sido su opinión con respecto al ensayo. Los ensayistas no pretenden contar una historia. Pretenden describir el mundo y la realidad que tienen frente a sus ojos de acuerdo a su muy particular punto de vista. Intentan exponer una idea o una emoción. Intentan describir la realidad o por lo menos su realidad. 
Michel de Montaigne, el padre de este género literario quien también le dio su actual nombre con su obra Essais, describe entre otras cosas sus habitos diarios de sueño, su predilección por usar guantes y sombrero en ciertas épocas del año e incluso su incapacidad de realizar el coito en cualquier otro horario que no fuera la noche y en cualquier otro lugar que no fuera una cama.
Un ensayo por tanto puede no tratarse aparentemente de nada  y a la vez tratarse de todo. Puede abarcar cualquier cosa. Ninguna idea esta libre de ser expuesta en un ensayo. Es quizá la forma más directa y rápida de exponer una idea y de ahí deriva el inmenso poder que el ensayo tiene no solo como expresión literaria sino como herramienta política.  Cuando alguien decide exponer sus puntos de vista en un ensayo no busca hacer literatura ni pretende ser un artista. Si el ensayo pertenece a la literatura es otra cuestión. El que escribe solo quiere dejar una constancia escrita de sus pensamientos en un determinado momento del tiempo y lugar del mundo. 
El ensayo también suele prestarse a una redacción que fácilmente puede salir de su cauce original y tomar una trayectoria tangencial que la aleja de su objetivo original. El objetivo de este escrito por ejemplo era hablar de la melancolía. Esa sensación intensa y persistente de tristeza que suele vivirse únicamente en ciertas circunstancias como puede ser la pérdida de un ser querido y su correspondiente reacción de duelo o mientras se atraviesa una depresión profunda. 
Los primeros versos con los que comienza este texto corresponden a la letra de una canción de Radiohead, titulada Street Spirit (fade out). Siempre he admirado a aquellos artistas que son capaces de sumergirse en el pozo de la melancolía, ver al abismo a los ojos, y posteriormente tener la fuerza, la valentía y la lucidez como para crear arte con lo que ven. Esa canción es un ejemplo. No es fácil. Para componer una canción así debes saber lo que es la melancolía. Es una composición demasiado oscura y demasiado real como para ser una invención. Apostaría cualquier cosa a que Thom Yorke tuvo que pasar por una muy mala temporada como para estar en la disposición de ánimo adecuada para componer algo así. Y digo que no es fácil porque la melancolía y hablando de la depresión en una acepción más amplia es una pulsión de muerte por definición, mientras que el arte es una pulsión de vida. El arte es el intento del ser humano de crear algo de la nada. De equipararse con el Dios creador y crear belleza a traves del reflejo de la verdad en una canción, en una pieza musical, una novela, un cuento, una pintura o una escultura. El arte es la creación de belleza a traves del reflejo honesto y auténtico de la realidad del artista. Creo que esas son las características que lo definen y lo diferencían de otras formas de expresión que podrían pasar por arte sin serlo en realidad.
Es muy conocida aquella sentencia de Nietzsche en la cual decía que aquel que mira fijamente al abismo descubrirá pronto como éste le devuelve la mirada. Creo que eso es lo que hacen los artistas (los pocos artistas) que desde el inicio de los tiempos han tenido esa rara capacidad de describir la melancolía y más allá de eso, utilizarla como materia prima para crear arte. 
El segundo texto con el que inician estas líneas seguramente ya habrá sido reconocido por muchos como una carta póstuma. Fue escrita por una de las escritoras mas brillantes e influyentes de la historia de la literatura moderna, mientras atravesaba un episodio depresivo particularmente intenso que -tal como es posible deducir de su propia carta- ya tenía la suficiente gravedad como para haber incapacitado su inmenso intelecto y comenzaba  a atormentarla con síntomas psicóticos (alucinaciones) Estos síntomas no solo se presentan únicamente en una depresión grave. De hecho su presencia define la diferencia entre una depresión de cualquier gravedad y una depresión grave. 
Ella estaba ya familiarizada con la enfermedad. A lo largo de su vida pasó por innumerables episodios depresivos y maniacos, pues ella padecía trastorno bipolar. Por lo que puede inferirse de su carta, al momento de redactarla aún no estaba tan deteriorada, comenzando por el hecho de aún ser capaz de escribir, de redactar, de hilar pensamientos, que es algo que se pierde por completo cuando la depresión esta en sus fases terminales. Sin embargo, tal como ella misma lo dice, lo que en verdad le aterra no es el estado en el cual se encuentra, sino la certeza del advenimiento de otra de esas "temporadas" en las cuales le es imposible trabajar o concentrarse. 
La carta es ilustrativa por muchas razones. Rara vez tenemos acceso al contenido de una carta póstuma escrita por una persona que se encuentra al borde del abismo, pero que sin embargo  cuenta aún con la suficiente lucidez como para describir los síntomas de una depresión. Ni a una carta redactada por una escritora -en este caso una de las mejores escritoras de la historia de la literatura universal. En ella describe su miedo ante lo que se le viene encima. Describe la desesperanza que siente por el hecho de que haya algo que vaya a evitar ese destino o que algo o alguien puedan ayudarle. Siente culpa y remordimiento por "estropearle la vida" a su esposo, quien le ama mas que a ninguna otra persona en el mundo. Y aún al saber que todo lo que sentía eran los síntomas de una enfermedad cuyos rasgos y estragos ya conocía... aún a pesar de saber que en el pasado dichas malas temporadas -con todo y la casi  inexistencia de medicamentos psiquiátricos a mediados del siglo XX- terminaban por ser pasajeras, su capacidad de juicio y raciocinio ya no  era el mismo. Ya no pensaba las cosas con claridad. A esto contribuye la desesperanza, que sepulta la ilusión por una mejoría y ciega a quien la padece a la visión de un futuro libre de sufrimiento. 
Puede sonar irónico o absurdo, pero si bien es cierto que siempre hay esperanza, existe una excepción a la regla. No hay esperanza para el deprimido. No hay esperanza para el desesperanzado. Pues por definición ya no espera nada. Ya no quiere nada. Ya no busca ninguna otra cosa que la muerte. Si bien es cierto que la realidad objetiva que ven las personas a su alrededor (en el mejor de los casos y asumiendo que exista una red de apoyo) es la de una persona enferma que  puede recuperarse y para quien sin duda hay esperanza, el enfermo de depresión es   víctima de la cruel ironía que encierra la enfermedad que padece. De la misma forma que Otelo veía cosas en donde no había nada -que es la forma en la cual Shakespeare abordaba el tema de los celos- el deprimido no ve la esperanza, a pesar de su existencia, a pesar del sentido común, a pesar de la sobrevivencia a otras malas temporadas. Y no la ve precisamente porque esta deprimido y su enfermedad se caracteriza por cegarlo de esa forma.
Aquella mañana, aquella escritora redactó las breves líneas de su carta, la cual está dirigida a su esposo ( "I don't think two people could have been happier than we have been" ) 
Era el 28 de Marzo de 1941. Después de dejar la carta en el escritorio se puso su abrigo y lo llenó con piedras. Se arrojó al Rio Ouse, cerca de su casa. Su cuerpo no fue encontrado sino hasta unos 20 días después.
La V final con la que firmaba la carta era de Virginia. Virginia Woolf.
Nunca hay que olvidarse de esto: Con la depresión no se juega. La depresión mata. Y lo hace con la frialdad y la celeridad de cualquier padecimiento mortal. 

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(Cont...)